Trastevere 'alla Giudia'

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A veces el turista necesita un descanso. En Roma, con tanta cúpula y tanto monumento grandioso, se agradece un parón más que en ningún otro sitio. El Trastevere, el único barrio medieval que queda en la ciudad eterna, es el lugar perfecto. En cuanto uno accede a él por cualquiera de los puentes de entrada (Garibaldi, Cestio o Palatino), se empapa de la auténticavida romana. Fuera guiris y fuera colas interminables. Al Trastevere se viene a darse un baño de realidad. A mirar las fachadas desconchadas, a pasear por los callejones adoquinados, a disfrutar del ambiente bohemio, a oler los guisos que se cuecen a fuego lento tras las fachadas, a saborear un espumoso capuccino en una terraza, a curiosear todas las mañanas por el mercado de San Cosimato… Todo esto es un pedazo de la Italia más auténtica. Y como en cualquier rincón del país, por supuesto hay iglesias y palacios a los que los lugareños ni miran. Efectivamente, a la belleza también se acostumbra el ser humano, pero el viajero no dejará de alucinar.

El primer bocado del Trastevere ha de ser la famosa iglesia di Santa Maria, del siglo XII, labasílica más antigua de Roma, construida sobre los restos de un templo paleocristiano. Dentro se sorprenderá con los mosaicos, sobre todo los del ábside. El rastro religioso nos conduce a la iglesia di Santa Cecilia, del siglo XI aunque reformada durante el XVIII. Llaman la atención los frescos del juicio final y la estatua de la santa bajo el altar, con el cuerpo tirado y escondiendo la cara. Existen muchos más templos, como el de San Francesco a Ripa (con una estatua de Bernini que representa a una beata en pleno éxtasis que bien parece un orgasmo), pero si las vírgenes no son lo suyo acabemos con la iglesia di san Pietro in Montorio, otro must del Trastevere. Eso sí, tendrá que preparar las piernas para subir cuestas. Tranquilo, que hay recompensa: el afamado y circular Templo de Bramante que aparecen en todos los libros de texto (erigido por los Reyes Católicos y donde se encuentra la Academia de España), la fastuosa Fontana dell’Acqua Paola y unas vistas de media Roma y sus 7 colinas. Atardeceres espectaculares, pero no menos que Villa Farnesina, un conjunto de palacio y jardines renacentistas, con frescos del maestro Rafael.

Al bajar, lo mejor que le puede pasar es que se pierda y descubra, sin querer, rincones y callejuelas de postal y silencio. El Trastevere, antaño habitado por sirios y judíos, hoy está poblado por muchos chinos y paquistaníes, que se cruzan con los romanos de toda la vida. Entre en las tiendas de antigüedades, las librerías, las tiendecitas peculiares y anti minimalistas, los talleres de ropa vintage… La cerveza hay que tomarla en el mítico San Calisto o en el Big Mama mientras se escucha blues. Las trattorias surgen por todas partes y en ellas tendrá que pedir, además de pizza, fiori di zucca (flores de calabacín rellenas de queso y pasta de anchoa) y caciofi alla giudia (alcachofas fritas, literalmente “al estilo judío”). Los bares y coctelerías parecen empequeñecer de repente con tanta horda juvenil. Si están llenos, será por algo. Prima el ambiente alternativo. Métase allí donde no haya hueco.


Datos útiles:

  • Roma tiene 2.700.000 habitantes.
  • El clima es de inviernos fríos y veranos calurosos.
  • La moneda es el euro.
  • Iberia ofrece vuelos directos a Roma, con una media de hasta 5 frecuencias diarias. Para conseguir los vuelos más baratos, entra en www.iberia.com, y marca la opción “soy flexible en fechas.


De MeGustaVolar.com
Foto | mozzercork

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